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Jesucristo en bluyín y franela
Sábado, 23/12/2023 Los momentos de angustia, tristeza, desolación y desesperanza, nos llevan a creer que toda está perdido que nada vale la pena, y que no existe algo que invite a celebrar la vida. Por estos días he escuchado muchas expresiones de personas cercanas refiriéndose al hecho de que este año no habrá navidad, porque la crisis económica, el dengue, las pérdidas humanas y materiales, la subida del dólar, el alto costo de la vida, la inflación desbordada, la falta de gas, gasolina, agua y cualquier cantidad de servicios… En fin, todo lo que nos afecta por estos días, hace inviable que celebremos la navidad.
Eso sería cierto si, y solo si, el significado de la navidad estuviera centrado en lo material; pero resulta que en Navidad, por los menos los que creemos en Cristo, celebramos es el nacimiento de Jesús. Y si revisamos un poco la historia de ese nacimiento, veríamos que el mismo no estuvo marcado precisamente por la abundancia de bienes materiales, o por las atenciones VIP en un centro hospitalario.
Si echamos un vistazo a ese momento y por lo que describen las escrituras, vemos que este pequeño nació en un lugar humilde, sin casa propia, en un lugar insalubre, rodeado de animales, acompañado de sus padres que llevaban días tratando de buscar un refugio que los protegiera, huyendo de la amenaza de un rey que quería literalmente la cabeza de ese niño que vendría a salvar y a “gobernar” con justicia y amor a ese pueblo.
En Navidad, celebramos precisamente la vida y el nacimiento de ese niño. Lo que ocurre es que nuestro foco está puesto en lo que tenemos, o no tenemos, y olvidamos que la celebración está enfocada en esa vida que representaba el futuro, la esperanza, la humildad, y la oportunidad que, años más tarde, se traduciría en salvación. Tal vez suene muy romántico todo esto; tal vez porque estamos en medio de la situación agobiante se nos hace difícil entender el significado de aquel momento, pero lo que sí es cierto, es que en Navidad no se celebra la muerte, como en Halloween, sino la vida, la oportunidad de ser salvos por un pequeño que, siendo Hijo de Dios, no vino precisamente envuelto en joyas o bienes materiales.
Este año sí habrá Navidad, independientemente de que tengamos o no regalos, o un árbol, o abundantes y suculentos platillos como quizá en el pasado podían disfrutarse; hoy, por el solo hecho de estar vivos, y “en la jugada”, debemos agradecer y celebrar; tenemos el bien mayor que es la vida, con ese regalo todo es posible, porque sólo quien está muerto carece de la posibilidad y la oportunidad de hacer y revertir el juego a favor.
Efectivamente son tiempos convulsos y complejos, pero mientras estemos vivos hay oportunidad, de la mano de Dios y de Jesús, de salir airosos de las situaciones difíciles; y precisamente con la mirada puesta en ese Niño Jesús, tendríamos claro el sentido de la celebración de la Navidad porque por Él es que se lleva a cabo. Aunque con los años lo hayamos olvidado, nunca es tarde para recordarlo, celebrarlo y disfrutarlo, al margen de las circunstancias, pues, como ya lo hemos dicho en anteriores entregas, todo, absolutamente todo, es pasajero. Nada en este plano permanece, ni siquiera aquello que consideramos crisis.
Lic. Humberto Luque M. CNP 10.348
humbertoluquemendoza@gmail.com
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