Cuando nos encontramos frente a circunstancias difíciles, resulta increíble pensar que se pueda mantener la calma o tener una actitud positiva; sin embargo, quienes lo logran, lo hacen gracias a que mantienen relaciones de cariño y apoyo dentro y fuera de la familia. Relaciones que se sustentan en la confianza, el afecto sincero, y que los proveen de estímulos y seguridad. Para ello, por otra parte, es importante fortalecer la autoimagen y autoestima. Una persona resiliente, como dicen coloquialmente, se juzga menos a sí misma, “no le para” a lo que el mundo piensa de él; son optimistas y ven en cada situación adversa una oportunidad para aprender. Tratan de descubrir y hacerse de la enseñanza que les deja lo adverso. Por otro lado, se atreven, se arriesgan, no dudan, y siempre tienen la apertura a encontrarse con algo mejor al final del túnel.

Tener esa apertura contribuye a que seamos más optimistas, a ver esa luz que quizá otros no logran ver. Es tener plena conciencia de que ninguna situación es eterna, que en algún momento pasará, como todo en la vida, y que por muy adversa que parezca, esa, también cesará. Cuando se asume esa actitud de no tomarse todo a pecho, factores como la salud mejoran igualmente porque el estrés también disminuye.

La resiliencia nos lleva a replantear los recursos psicológicos con los que contamos en función de la realidad que se nos presenta, yendo inclusive mucho más allá, puesto que no sólo permite superar la situación crítica, sino que la misma permite desarrollar aún más el potencial personal. Como le escuché decir a un amigo psicólogo en una oportunidad, para las personas resilientes no existe vida dura sino momentos difíciles, comprendí que esto en el fondo lo que quiere decir es que el resiliente tiene una manera optimista de ver el mundo, pues son conscientes de que en algún momento la tormenta pasará. Es inevitable. Así será.

Para ello, muchas veces se valen del recurso del buen humor para afrontar las circunstancias adversas, lo cual por supuesto genera ruido en aquellos que lo observan, quienes se preguntan: ¿Cómo es posible que ría en tan doloroso momento? A lo que ellos en su interior expresan: “Porque esto también tendrá un fin”. Y si estamos conscientes de que ni en el momento más oscuro Dios nos abandonará, sabremos que no estamos solos y que de ésta, como de otras circunstancias, también saldremos airosos, quizá no con los resultados que esperamos, pero sí con nuevos aprendizajes.

Lic. Humberto Luque M. CNP 10.348

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