Martes, 19/7/2022 Querido lector, con frecuencia comparamos el cerebro humano con un computador, siendo lo correcto entender que estos sistemas de cómputo son solo una emulación de parte de las funcionalidades que tiene ese maravilloso órgano “rector” del cuerpo humano.

Por otra parte, sin profundizar en aspectos de índole espiritual o metafísico, el hecho de que dispongamos de la capacidad del razonamiento hace una grandísima diferencia, además de la ventaja que el cerebro tiene en cuanto a su capacidad para mantenerse en constante evolución, como lo ha venido haciendo desde hace millones de años, cuando aparecieron las primeras formas de vida, ubicándolo por encima de los más sofisticados Sistemas de Inteligencia Artificial.

Ahora bien, manteniendo como puntos de comparación la equivalencia planteada entre un computador y el cerebro, el hardware lo podemos entender como aquello que es posible ver y tocar, constituido por las distintas capas germinales que lo forman como son el Endodermo, Mesodermos antiguo y nuevo y el Ectodermo. Mientras que la programación mental, sería el equivalente al software del computador y es aquello intangible pero que se demuestra en nuestros patrones de comportamiento, sea que se ejecuten de forma automática o bajo la conducción de la razón. Esto es lo que podemos considerar como “programas biológicos”.

Estos “programas biológicos”, bajo el enfoque de la conservación de la especie, permiten reaccionar ante una situación de stress, superarla o resolverla y finalmente adaptarnos a las circunstancias que nos rodean, todo esto como respuesta básica del organismo ante una situación percibida como peligrosa y detonante para la “lucha o huida” (Fight or Flight), (Walter Cannon, 1911).