El año 2023 nos dejó como enseñanza que no tiene mucho sentido hacer planes muy elaborados; sin embargo, tampoco es conveniente vivir a la deriva y sin una guía que oriente de alguna manera nuestro camino. Tampoco podemos quedarnos entrampados en proyectos que ya no son posibles de llevar a término. Este es un nuevo año y, por supuesto, requiere de nuevos planteamientos y establecer igualmente escenarios de acción diferentes, sobre todo en entornos marcados por la complejidad y la amenaza aún latente de la guerra o enfermedades como el COVID y sus variantes.

En lo personal, como ejercicio, sería conveniente plantearse escenarios de acción personal que nos apoyen en tres áreas individuales: la mental, física y espiritual. Pequeñas acciones orientadas a atender estas tres áreas no estarían mal para ir, como dicen por ahí, calentando motores. Algo de ejercicio para activar el organismo (caminatas, flexiones, sentadillas, pesas); en la medida de las posibilidades presupuestarias de cada quien, alimentarse lo mejor que se pueda. En cuanto a lo mental, leer algunas páginas diariamente de temas que les sean de interés; evitar eso sí las lecturas que nos llenan de pesimismo, desesperanza, desasosiego.

En el aspecto espiritual, intentar conectarse desde su línea de creencia con un Dios o ente o como prefiera llamarle, que le permita experimentar algo que vaya más allá de lo terrenal e intrascendente. Esa conexión espiritual hace posible sentir la fortaleza, sobre todo en estos días en los que la angustia se encuentra en cada esquina por razones obvias. Un plan sencillo como decía, que permita activar todas nuestras áreas. Claro, lo primero a lo que debemos enfrentarnos a la hora de llevar adelante ese plan, por sencillo que parezca, es a nuestra capacidad de no decaer en el primer intento. Por eso es importante que sean acciones sencillas que irán complejizándose en la medida que su cuerpo, su mente y su alma así lo pida. Un paso a la vez. Un día a la vez. Una acción a la vez. No tiene mucho sentido atiborrarse de cosas que luego se abandonan por falta de fuerza de voluntad.

Para este año, en el plano espiritual, no estaría de más pedir apoyo a lo alto para que nos llene de energía, fortaleza, sabiduría, esperanza, amor… Una llamadita al Espíritu Santo no nos vendría nada mal. Estoy seguro que apenas escuche el llamado, acudirá en nuestro auxilio para darnos el soporte y la valentía que requerimos para dar forma a nuestros sueños. ¡Seguimos en la jugada! Y eso, es una bendición.

¡Feliz y bendecido año 2024!

Lic. Humberto Luque M. CNP 10.348

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