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La historia poco contada
Jueves, 8/6/2023 Esta es parte de la historia más sencilla de nuestro pueblo, la cotidianidad de aquel hermoso pueblo de calles empolvadas, de aquel pueblo apacible con gente amable... de aquel Charallave con sus costumbres, tradiciones, personajes populares, anécdotas, leyendas y su historia. De esa hermosa "historia poco contada” como la de Nélson Natera, un hombre humilde, sencillo, “el ciclista del pueblo", sin duda alguna una gloria de nuestro deporte nacional, nacido hace más de seis décadas en lo más alto de nuestro Charallave querido, allá, en la montaña de La Magdalena, en las cercanías de la Hacienda El Vapor, otrora productora de café y cítricos con calidad de exportación.
Nélson Natera, hijo de una familia humilde de Charallave , nunca llegó a pensar que su potencial como profesional estaría en el duro y peligroso deporte de dos ruedas: “el ciclismo”... En 1966 con el producto de su trabajo en la reconocida empresa Madosa (manufactura de aparatos domésticos) logró comprar una bicicleta de paseo solo para utilizarla como medio de transporte para ir a sus labores cotidianas, pero la tentación y quizás el contagio casi obligado por ver a los muchachos de la época realizar las tradicionales competencias domingueras o, más que competencias, podríamos llamarlo simples paseos dominicales de los cuales los pitahayeros eran sin duda los más experimentados, Nélson no dudó en participar y poco a poco se fue convirtiendo en el “pedalista estrella” de aquel Charallave tranquilo, de aquel Charallave que no dejaba de ”parir” a gente trabajadora, gente honesta, gente con ganas de superarse, que no dejaba de “parir” a gente con ganas de “comerse la pista”, como este charallavense de raíz y de corazón.
En ese mismo año 1966, Nélson Natera se entera de la programación de una competencia que se efectuaría entre Las Mayas, La Mariposa y La Cortada del Guayabo y, sin pensarlo dos veces, además sin ser invitado, comienza a pedalear metiéndose entre los ciclistas ya experimentados, pero los pisteros motorizados que controlaban la carrera se percataron del jovencito que solo llevaba una bicicleta de paseo sin número en la camiseta y en cumplimiento del reglamento fue sacado de la carrera.
Si pudiéramos detener el tiempo solo por unos minutos, si pudiéramos imaginarnos solo por un momento la reacción de aquel muchacho de pueblo que veía desvanecer sus sueños y sus ilusiones de ser un gran ciclista, su rabia natural, su frustración evidente y sus ganas quizás hasta de romper a llorar, todos estos sentimientos estarían suficientemente justificados ya que aquel muchacho de nuestro pueblo soñaba con triunfar... pero, no todo estaba perdido, quizás la suerte lo acompañaba en ese instante y el organizador de la carrera, sin darle mucha importancia a aquel hecho le ordenó a los pisteros que dejaran que el muchacho continuara en la carrera y así Nélson seguramente sintió que la vida volvía a él, que sus sueños estarían ahí intactos, que sus ilusiones aún estaban vivas y esto sería quizás el estímulo necesario para una prolongada carrera que aun, cuatro décadas más tarde, no ha concluido.
Ya para el año 1968 Nélson, producto de sus ahorros, decide comprar una bicicleta un poco más profesional a la cual llamó “una bicicleta especial” y comienza a participar en las competencias de aprendices y de ahí en adelante ya todo sería historia. En el año 1969 participa por primera vez en “La Vuelta a Venezuela”, representando al Distrito Federal, entidad ésta que le brindaría todo su apoyo económico en el desarrollo de esta carrera. El 3 de agosto de ese mismo año 69 ganó “escapado de punta a punta” el clásico ciclístico “Cosme Fernández”, uno de los más importantes que se corrían en el centro del país.
El 8 de octubre del año 69, representando al Club Portugal, nuestro coterráneo se impone de manera espectacular en la primera etapa del “Clásico Teo Capriles“, participa de igual forma en la “Vuelta a Carache”, representando al estado Trujillo, al lado de los más grandes del ciclismo en Venezuela para la época (Cirilo Correa, Erasmo Parra, Alberto Colina, Ramón Noriega entre otros).
Nélson gana el clásico “Dirección de Tránsito”, con casi 2 minutos de ventaja sobre su más inmediato perseguidor, de igual forma gana el “Clásico Nacional de los Trabajadores”, realizado en Valencia; el 25 de octubre del año 72 gana la 9na etapa de "La Vuelta a Venezuela”, desplazando al internacional Cirilo Correa. Ya en los años 70 y 71, de igual forma había participado en “La Vuelta a Venezuela” y continuó haciéndolo en el 72, 73 y en el año 75, obteniendo logros importantes.
El 5 de febrero del año 1972 sus sueños e ilusiones estarían llegando al empíreo, a lo más alto, allá arriba muy cercano al creador, ya que el muchacho de nuestro pueblo, el pedalista de La Magdalena, el mismo que al lado de los pitahayeros hacía sus paseos domingueros, Nélson Natera, había sido preseleccionado al lado de Ramón Ramírez y Vicente Laguna, representantes del estado Trujillo y 15 atletas más del resto del país, para asistir nada más y nada menos que a “Las Olimpiadas de Münich en Alemania de ese año 1972”, pero, el destino marcó un rumbo distinto ya que la mayoría de los integrantes del equipo venezolano, en una decidida y justa protesta en contra de la federación venezolana de ciclismo, presidida por Piero Costa, por su mal desempeño que obstaculizaba las aspiraciones del equipo venezolano, decidieron reclamar sus derechos y es así como este episodio tristemente concluyó con la suspensión del equipo venezolano a las olimpiadas.
Una vez más, pero ya como profesional, Nélson Natera, el ciclista de Charallave, el muchacho humilde de La Magdalena veía desvanecer sus sueños y sus ilusiones de convertirse en “El primer charallavense en asistir a unos Juegos Olímpicos”, pero pese a este incidente su profesionalismo aún permanece intacto, su humildad sigue siendo su principal virtud, sus paseos domingueros al lado de los pitahayeros estarán siempre en su memoria, no cesarán sus visitas a La Magdalena, la tierra que lo vio nacer y con seguridad no olvidará jamás su primera bicicleta de paseo y aquella que llamó “una bicicleta especial, “compradas con el esfuerzo de su trabajo".
Estamos seguros que como la de Nélson Natera hay muchas “Historias Poco Contadas” que estamos obligados a divulgar sin ningún tipo de egoísmo o mezquindad, a compartir con todos nuestros contactos, a gritar a los mil vientos para que permanezca allí, intacta, sin que nada ni nadie pueda borrarla y las generaciones futuras puedan decir con clara voz: “Nuestra Historia está viva... y nos pertenece".
Mis respetos y admiración para Nelson Natera.
Juan Quintana
juanjquintanag@hotmail.com