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Rosa y sus cosas
Lunes, 24/10/2022 Muchas veces usamos términos cuyo significado pueden indicar hasta más de dos cosas, generalmente diferente una de la otra, así como otras que, a pesar de usarlas a diario, desconocemos su origen.
Me ocurrió hace poco que leí una frase que rezaba “Erección de nuevo curato”, creí que había leído mal, me estruje los ojos y volví a releer. Ciertamente, había leído bien, hasta ese momento pensé que la palabra erección se refería al endurecimiento del miembro masculino, pero no, también existe la “erección canónica” el cual se refiere a la fundación de un recinto religioso.
De acuerdo al diccionario del Español Jurídico, de la Real Academia Española y el Consejo General del Poder Judicial (Madrid, Espasa, Libro 2016), recoge para la voz “erección” en el derecho canónico, la acepción ‘creación de una institución canónica, según el derecho canónico vigente’. Así, por ejemplo, la erección de conferencias episcopales compete a la autoridad suprema de la iglesia, la erección de un seminario menor o institución similar es competencia del obispo diocesano, etc. Según el Código de Derecho Canónico, Roma 1983. (Tomado de la Academia de la Lengua Mexicana).
Una vez aclarado este punto, entonces procedamos a conocer sobre el origen de una palabra bien particular que me atrevería a decir, es usada por el 90% de los que habitamos en Venezuela; me refiero a la palabra “Totona”. Resulta y acontece que desde que tengo uso de razón, he escuchado que a los genitales de la mujer le llaman “Totona” y una vez le pregunté a mi abuela sobre su significado y me dijo que era la ‘toti’ (diminutivo), así que quedé en lo mismo.
Como muchos de ustedes saben, a pesar de no ser una biblioteca ambulante, leo todo lo que pasa por mis ojos y sucedió que llegó un whatsapp cuyo encabezado decía “El origen de la palabra totona”. Para hacerles el cuento corto, quedé sorprendida al saber que el creador de tan horrible palabra era nada más y nada menos que nuestro admirado maestro “Don Andrés Bello”. De acuerdo con la información tomada de: CATALÁ, José Agustín. “La Historia de nuestros próceres” Editorial Fondo de Cultura Económica. 1983. Reeditado 1996. Pág. 133, el mismo nos cuenta que se trataba de un dulce hecho con pulpa de naranja, pulpa de toronja y nata cuyo resultado era un producto de consistencia gelatinosa y cremosa que se obtenía de mezclar todos los ingredientes y dejarlo enfriar.
La creadora de tan exquisito manjar, era una hermosa joven de aproximadamente 21 años, de origen holandés, de cabellos rubios, ojos verdes, tez blanca de nombre Mathilde y que prestaba sus servicios en la casa del maestro. Don Andrés Bello, como tal Don Juan, decidió tener amoríos con dicha criada, a pesar de estar casado, para que en la casa nadie se enterará de su infidelidad, decidió usar una frase clave. Así que después de un extenuante día de trabajo, pasaba por la cocina donde estaba la muchacha y luego de tomar una jarra de guarapo de caña se le acercaba y le decía: “Mathilde, quiero totona”.
Siendo los venezolanos como somos de creativos y jocosos, la frase se popularizó y la comenzaron a emplear como sinónimo de lo que ya todos sabemos, y ¿Quién no, con tal insinuación? Lo que sí es bien cierto, que el mencionado dulce, raramente fue cocinado en los fogones venezolanos. Así que si llega a ir a la erección de una parroquia o curato, no habrá problemas si lleva un exquisito dulce de totona para celebrar.
Rosalinda González
rosalinda2507@gmail.com