Precisamente, en este primer artículo quisiera referirme a un tema común entre los creyentes, y es el de los milagros. Los que creemos en una entidad superior, creadora y regente, con el nombre que le asignemos, que en mi caso es Padre o simplemente Dios, y tenemos Fe en un Cristo salvador, vemos los milagros como experiencias sobrenaturales, que escapan a la comprensión de lo que asumimos como posible o creíble. De ese tipo de experiencias existen incontables momentos que son relatados en el Nuevo Testamento de la Biblia, en cualquiera de los evangelios e, incluso, en libros como el de los Hechos de los Apóstoles.

En ese contexto, se hace referencia a un milagro en términos de logros o vivencias que hacen posible lo impensado o aparentemente imposible de llevar a cabo, y que sólo tendría una justificación en tanto la intervención divina: volver la vista a una persona que había nacido ciega; personas con lepra, inválidos e, inclusive, individuos que ya habían fallecido y fueron regresados de la muerte, como es el caso de Lázaro, el amigo de Jesús. Visto así, los milagros son experiencias sobrenaturales; sin embargo, cuántos milagros no apreciamos en estos tiempos de tanta convulsión social y que son evidentes a nivel global.

Si hoy tratamos de identificar milagros de ese tipo, quizá sean menos perceptibles, pero si afinamos el ojo, la realidad nos muestra novedosas expresiones de los mismos. Y es que cuando un ser humano se despoja de su orgullo, temores, rencores, y se conecta con la solidaridad y es capaz de superar su propia individualidad y entregarse a causas como la atención de los menos favorecidos social y económicamente; atender a los privados de libertad; a personas de la tercera edad o niños; a visitar y atender enfermos en hospitales; a llevar palabras de aliento a aquellos que se encuentran desesperanzados y sin motivación alguna de vivir, llevando alegría e incluso algo de alimento, estamos en presencia de una nueva forma de manifestar milagros.

Los milagros de hoy tienen su expresión latente en la atención del ser humano que se niega a perder su humanidad, y se avoca a servir a sus semejantes, ofreciendo no aquello que le sobra, ni sus miserias, sino lo mejor de sí.

Expresiones concretas de esa realidad se ponen de manifiesto en la labor que llevan a cabo, por ejemplo, instituciones como la iglesia católica en el Municipio Cristóbal Rojas, en Charallave, que cuenta con una estructura organizativa que busca, dentro del marco de limitaciones que afecta a diversas organizaciones, poder brindar apoyo a los necesitados del municipio. Prueba de ello son las distintas pastorales con las que cuenta, orientadas a cada área en particular: social, familiar, juvenil, deportiva, musical, ministerios de la palabra, consejerías, etc. Todas ellas, han delineado un público al cual servir y mostrar el rostro de Cristo.

Al final del día, todos estamos llamados a ser mensajeros de paz, alegría, y amor en tiempos de convulsión: brindar esperanza, aliento, inspiración a aquellos que se sienten tristes y desamparados, sin recursos y sin ánimos muchas veces siquiera para vivir. Compartir un mensaje motivador, escuchar, apoyar desde el acompañamiento, es una forma de hacer presente a un Cristo, que ya no transita en bata o sandalias, sino que se ha puesto cómodo, con un bluyín y una franela, para mostrarse al prójimo desde la sencillez de cada ser humano.

Lic. Humberto Luque M. CNP 10.348

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