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Especiales
Martes, 14/01/2025
El culto de la Divina Pastora para las provincias capuchinas de España fue aprobado por su santidad Pío VI, el primero de agosto de 1795, señalando para el rezo y la fiesta de la nueva advocación el segundo domingo después de Pascua. Los capuchinos y sus misiones populares siempre han sido entusiastas propagadores de la devoción a su ilustre patrona.
La historia de la Virgen de la Divina Pastora en Venezuela comenzó en 1736 con los frailes capuchinos en el estado Lara. El párroco capuchino de la iglesia de Santa Rosa encargó al escultor una imagen de la Inmaculada Concepción y, sorpresivamente, llegó la escultura de la Divina Pastora a Santa Rosa. Intentaron devolverla a España, pero fue imposible: la escultura se hizo excesivamente pesada y sin poder levantarla, decidieron dejarla. Debido a este hecho, la población dedujo que la Virgen quería permanecer en el pueblo.
Durante el terremoto de 1812, el templo donde se veneraba a la Divina Pastora fue destruido, pero su imagen quedó milagrosamente intacta, lo que reforzó la creencia de los fieles. En 1855 ocurrió un milagro que consolidó a la Divina Pastora como la patrona sentimental del estado Lara. Ese año, una epidemia de cólera se propagó por todo el país. Cientos de personas sufrieron las consecuencias de la enfermedad y las víctimas desesperadas le pedían a la Pastora que los salvara. Al complicarse la situación, el sacerdote de la iglesia Concepción, el padre José Macario Yépez, celebró una misa. En la homilía, emocionado, pidió a la Virgen con voz fuerte que acabara con el virus y que él fuera la última persona en sufrir la enfermedad. Muchos dicen que ese mismo día el padre Macario Yépez murió y la enfermedad abandonó la ciudad.
En honor a este milagro, todos los 14 de enero, la Divina Pastora recorre las calles de Barquisimeto, saliendo de la iglesia de Santa Rosa y realizando paradas en varios sitios emblemáticos hasta llegar a la catedral de Barquisimeto.
En 1892, en el lugar de Mucutí, el general Ferrer se enfrentó a las tropas realistas. Cuando estaba a punto de perder la guerra, imploró ayuda a la Divina Pastora y, pocos minutos después, los ejércitos vieron aparecer en el cielo a la Virgen de la Divina Pastora. Asombrado, el ejército enemigo detuvo su ataque y se retiraron inesperadamente. Los patriotas, ante el hecho milagroso que acababan de presenciar, se pusieron de rodillas a alabar a la Madre de Dios, celebraron una misa cantada en su honor y todo el ejército asistió a la misa vestidos de gala junto con el pueblo.
Amigos, no hay fe cristiana sin antes o después encontrarse con la Virgen, la Madre de Dios. En Venezuela, mientras mantengamos la devoción a la Virgen y la adoración a la Eucaristía, estaremos en el camino de la verdad, la unidad, la paz y el entendimiento, porque la verdad es Dios y con Dios siempre ganamos.
Apostolado Mundial de la Virgen de Coromoto