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Salud Alternativa
Martes, 17/10/2023 En el campo de la Biodescodificación, el trabajo sobre el árbol transgeneracional, gracias al apoyo de la hipnosis, nos puede llevar a descubrir memorias grabadas en el inconsciente familiar muy dolorosas y que dejan sentir sus efectos a lo largo de generaciones hasta tanto logran ser reconocidas y liberadas. Entre estos escenarios encontramos el llamado “Síndrome del Fantasma”.
Este es el caso de Carlota quien asistió a sesión de biodescodificación por presentar desde hace años constantes dolores en el cuello que, a pesar de una diversidad de tratamientos, siempre regresaban causándole mucha consternación. También cuenta que sufre de insomnio y constantes cambios de estados de ánimo. Con preocupación relata que sin razón aparente y con mucha frecuencia siente “rabia”, así como también hay momentos en los que percibe que la vida no tiene sentido, que esa vida que lleva no es suya, no le corresponde.
Acto seguido la invité a que realizáramos una sesión de hipnosis para ubicar el conflicto emocional que pudiera estar originando la perturbadora situación que estaba viviendo. Iniciamos el ejercicio y al profundizar el estado hipnótico, le pedí imaginara que en la habitación donde nos encontrábamos se presentaba un antepasado que venía a ayudarla a reconocer la vivencia dolorosa que ella estaba reparando con esos agobiantes dolores del cuello.
En ese momento me dice “¡es mi abuela, llegó mi abuela materna Rosa!, pero no está sola. La acompaña un niño”. La atmósfera del lugar se puso muy pesada, yo sentía una desagradable energía recorriendo mi cuerpo; Carlota fruncía el ceño y mientras respiraba con algo de dificultad me dijo: “¡El niño está molesto, tiene mucha rabia!”.
“Carlota, por favor, pregúntale al niño ¿cómo se llama y por qué tiene tanta rabia?”, le pedí. A lo que me respondió: “No contesta, solo mira a mi abuela con rabia y voltea la cara”. Después de un segundo intento fallido, le pedí a Carlota que se concentrara en los ojos del niño. “Rabia tiene rabia”, continuaba diciéndome, y le ordené que se intercambiara con el niño, yo ahora quería hablar con él (directamente con esa memoria). El rostro de Carlota se puso ahora más rígido, igual que su respiración.
“Hola mi niño, aquí estás seguro, puedes contármelo todo. ¿Cómo te llamas?”, le pregunté. “Héctor, soy Héctor”, respondió.
Al pedirle me explicara la causa de tanta ira en él, Héctor me dice que tiene mucho rencor hacia su madre (la abuela Rosa) y hacia el médico que atendió su nacimiento. Me cuenta que murió en el momento de nacer por causa de una mala praxis médica. Que el médico le desprendió el cuello con el fórceps mientras lo jalaba durante el proceso de parto.
Le explico que aun cuando fue algo grave, también es producto de un accidente, que de ninguna manera hubo intención de que él falleciera y que tampoco podía culpar a su madre. En ese momento me responde, mostrando aún más rabia y ante lo que no pude dejar de estremecerme: “¡Es que cuando me sacaron con el cuello roto, no trataron de salvarme! Yo aún estaba vivo y solo me dejaron allí sobre esa bandeja para terminar de morir, ¡no trataron de salvarme!”.
Poco a poco Héctor va entrando en razón, especialmente al ver el daño que esa emoción viene ocasionando en su sobrina Carlota. De allí que de nuevo regreso con ella: “Carlota. ¿Has hecho consciente la situación vivida por tu tío Héctor, que a pesar de no haberlo conocido ahora lo reconoces como tu ancestro así como él a ti? ¿Y qué has venido inconscientemente arrastrando esa dolorosa vivencia, pero que en realidad no es tuya? ¡Que no te corresponde!”. Respondiendo ella: “Si, así es. Esta historia mía no es”.
Luego de esto, con mi acompañamiento, amorosa y metafóricamente; Carlota cortó esos lazos que la unían con su tío, para luego despedirlo junto a otros ancestros que se presentaron a buscarlo para que ocupe su justo espacio donde corresponde.
Finalizando ya la sesión de hipnosis le indiqué: “Muy bien Carlota, estamos aquí y ahora… ¡Abre tus ojos!”. Carlota abrió sus ojos, comenzó a mover la cabeza de un lado a otro y con una gratificante expresión en su cara me dijo: “Rafael, ¡Ya no me duele el cuello!”.
Este artículo tiene fines informativos. No debe ser considerado como forma de diagnóstico, prescripción o tratamiento médico o psicológico. Si es de su interés el tema aquí tratado debe antes consultar con el personal calificado.
Rafael EN BIO
rafael.biomagnetismo@gmail.com