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La historia poco contada
Charallave, 8/6/2022 El reloj de la vieja medicatura Dr. José Ramón Figuera marcaba exactamente las 4:35 de aquella tarde gris del viernes 10 de marzo de 1995… 5 minutos después los pasillos, la sala de espera y casi todos los rincones de la medicatura estaban abarrotados de gente del pueblo, la noticia corrió rápidamente... algunos minutos antes, el profesionalismo, el amor por lo que sabían hacer, por cierto muy bien, y el cumplimiento de sus labores no fueron diferentes a lo manifestado a lo largo de sus carreras, pero el destino, o algo, a los que muchos han llamado el destino, jugaría una mala pasada…
Apenas, cinco días atrás, Charallave acababa de celebrar la octavita de unos carnavales bastante alegres y muy coloridos, y ya comenzaba, una incipiente, pero muy reñida y fuerte campaña electoral, que tendría como resultado las elecciones municipales del 3 de diciembre de ese mismo año 1995.
José Julián, de apenas 5 años; María Laura, la segunda en edad de solo 10 años y, la mayor del matrimonio entre Efraín y Julieta, María Soledad con apenas 15 años, tres criaturas que comenzaban apenas a transitar su camino en la vida, pero triste e injustamente tendrían que hacerlo en compañía solamente de Julieta, su madre.
Por su parte Ana Julia Vásquez de Peña, en compañía de su familia, quienes, algún tiempo atrás habían llegado a Charallave desde “Santa Catalina”, allá en el estado Barinas para reiniciar una vida totalmente diferente y entrecruzar costumbres, tradiciones, historias y finalmente formar parte de nuestro gentilicio… , la familia Peña había quedado destrozada en sus entrañas, desmembrada hasta lo más intrínseco de su ser, oraban de manera constante y tal vez clamando a viva voz, para que el Altísimo, les enviara el alivio esperado, para llevar quizás con resignación una pesada cruz…
En su recorrido habitual de las cuatro de la tarde, uno de los autobuses que cubría la ruta “Sur de Aragua - Caracas", justo al llegar a la altura de la encrucijada de La Silsa, lugar donde la Policía Municipal había establecido un punto de control, detuvo lentamente su marcha, y uno de los pasajeros baja del autobús, e informa a la comisión que en las afueras de uno de los restaurantes de la zona, estaba estacionado su vehículo marca Malibú que le habían robado unos días atrás… , el destino, o lo que algunos han llamado el destino, comenzaba a actuar, y así de esta manera, iría marcando poco a poco, un final escalofriante.
Para algunos lo ocurrido en los confortables salones del restaurant, se trataba de una simple casualidad… Efraín y Mauricio, ambos recién llegados a la escuela de Policía de Charallave, venía , de alguna manera, curtidos del quehacer policial cotidiano, ambos, habían trabajado juntos, en la extinta Policía Técnica Judicial (PTJ)… al llegar al sitio, efectivamente se percataron de la presencia del carro en cuestión, y dentro de las instalaciones del restaurant encontraron a 3 hombres y una mujer, a quienes les preguntaron si el carro estacionado afuera les pertenecía las cuatro personas no respondieron absolutamente nada, y en fracciones de segundos, quizás confiados, dieron la vuelta para regresar de nuevo al vehículo y de manera vil, baja, premeditada, uno de los antisociales descarga, cobardemente, por las espaldas, una ráfaga de su ametralladora, sin darle tiempo a Mauricio y a Efraín de desenfundar sus armas reglamentarias…, sus cuerpos se llenaron del incandescente plomo, cayendo ambos al piso, casi de inmediato...
Efraín fue nuestro compañero de infancia y juventud, compartimos con él en todas las actividades propias de aquella época principalmente en el teatro, junto a sus otros grandes amigos: Francisco Pachi Caso, Orlando Cisneros, Cheo Guzmá, Juan Manuel Dos Ramo, Leonardo Aular, entre otros… desde muy joven era casi inocultable su inclinación por ser policía, el instinto lo delataba, no vacilaba en hacernos bromas con su cepillo marca “Pavito” que terciaba en su cintura, y cuando estábamos desprevenidos nos lanzaba un "Quieto” apuntándonos con el “cepillo” cual pistola calibre 45, al mejor estilo de la serie policiaca “Kojak” con el actor Telly Savalas …
Sus sueños se hicieron realidad al igual que los de Mauricio Peña, ambos, entregaron su existencia entera a los cuerpos policiales, preparándose día a día y enfrentando, valientemente, todas las vicisitudes, en una realidad, para aquella época, nada distinta a los tiempos actuales.
Efraín con quien compartimos, repito, infinidad de situaciones, no le tenía miedo a nada, creo que absolutamente a nada, con apenas 17 años nos convenció para visitar a nuestro amigo Francisco Caso (Pachi) quien con su familia había decidido establecerse en Maracaibo, y así fue, hicimos un viaje inolvidable, fuera de lo común, en cola, no sé cuántas, perdí la cuenta de la cantidad de “colas” que tomamos para llegar a Maracaibo, tardamos un poco más de dos días en llegar, seguramente el Negro Orlando Cisneros y Leonardo Aular lo recordaran tal como lo hago yo en este momento, al igual que recordaremos por siempre aquellos “Quieto” con los cuales Efraín nos sorprendía con su potente y mortífera arma llamada “Cepillo marca Pavito”…
Tal vez si hubiese continuado con su poderosísima arma, al mejor estilo de “ Kojak”, otra historia, seguramente, estaríamos escribiendo hoy, pero aquello, que algunos han llamado destino, que no es otra cosa que los designios del Creador, lo consideró de esa manera.
Hoy 27 años después, recordamos un hecho que evidentemente sacudió lo más íntimo de las fibras de nuestro gentilicio… dos décadas y media después de aquel viernes 10 de marzo de 1995 no tengo ninguna duda, que los familiares de Mauricio Peña, su esposa, su hermanos, sus hijos José Mauricio, Oriana Ninoska y Emily Alejandra, aún, tratan de curar las inmensas grietas dejadas en sus corazones, superadas solo, por la clara certeza de la pulcritud que lo caracterizó.
27 años después tampoco dudaré en pensar que Julieta, María Soledad, María Laura y José Julián mantienen aún vivo el recuerdo de aquel hombre ejemplar, de aquel amigo incondicional, de un buen hermano, esposo y un extraordinario padre ,para ellos valga mi admiración y respeto .
PD: Quisiera ofrecer mis disculpas tanto a los familiares de Mauricio, así como a los de Efraín, porque estoy seguro que este recuerdo, que comparto hoy en público causará, sin duda alguna, una inmensa tristeza, además de una natural y justificada impotencia, pero, convencido estoy también, que infinidad de amigos de estos dos valientes hombres, recordarán con mucho beneplácito la honestidad, la caballerosidad, el carisma y la grandeza que envolvía a quienes murieron en el cumplimiento de su deber… la promoción No 7 del año 1999 de la Policía Municipal de Charallave lleva, con sobradas razones, el nombre de “Efraín Colina y Mauricio Peña”, de igual forma el comando de la Policía Municipal de Charallave lleva el nombre de “Efraín Colina”, en reconocimiento a su extraordinaria labor desempeñada.
Nota Adicional: Unos minutos después del trágico incidente, Efraín y Mauricio son trasladados hasta la medicatura Dr. José Ramón Figuera pero en vista de la gravedad del caso, Efraín es remitido de inmediato a la Clínica Paso Real, llegando a la misma sin signos vitales… Mauricio fallece, minutos después, en la medicatura, producto de un paro cardiaco.
Fuentes Originales: Comisario Tomás Martínez, Leonardo Aular, Comisario Cesar “ El Gato” Espinoza, María Soledad Colina, Omilia Peña.
Juan Quintana
juanjquintanag@hotmail.com