Por supuesto, la recuperación de estos valores no está en las boticas y bodegas del pueblo, hay que bregarlos en la calle; a pulso. De allí la necesidad de compartir en las entrañas de la sociedad civil para explorar sus padecimientos y debilidades, con el propósito de acompañarla en la lucha por revertirlos.

Así mismo, la dirigencia política, especialmente la que pernocta en la provincia, necesita impulsar el valor de la amistad entre sí con fuerza, con mucha fuerza; hasta demostrar a sus seguidores que realmente profesan estrechos lazos con sus pares; incluyendo a sus familias. 

También es menester el desprendimiento de los partidos políticos, sin abandonar sus causas ideológicas; si es que queda algo de eso todavía. Pero, sin renunciar a sus colores y símbolos partidistas se puede abordar una causa social y humanitaria, con la debida tolerancia; y exigir respeto al libre pensamiento. 

Luego de las consabidas caídas, apartando las piedras para labrar un nuevo camino, la labor social es una excelente herramienta. El deseado apoyo posterior no está entre las vetustas paredes de las casas de los partidos políticos, más se consigue en los callejones del barrio, en los estadios, en las canchas deportivas; incluso, en los patios de bolas criollas y en las colas de la gasolina. Por mencionar algunas. 

Así mismo, una sabia recomendación, luego de tantos tropiezos, es reconocer el surgimiento de los nuevos liderazgos; abrir paso a la nueva generación, más aún, orientarlos y capacitarlos para el futuro inmediato. Todo eso se consigue en el seno de la sociedad civil; está allí, esperando. 

Si al levantarnos del suelo polvoriento, aún con las heridas abiertas y evitando tropezar con la misma piedra más adelante, nos propusiéramos a empezar de nuevo, seguir la lucha; seguro encontraremos la fortaleza para organizarnos, crecer, y constituirnos en una plataforma de trabajo unitario; no hay por qué dudar que soplarán nuevos vientos que impulsarán la nave a puerto seguro. 

La voluntad de cambio está en uno mismo, lo superior es transmitirlo a nuestros semejantes; y demostrarlo con hechos. “Del verbo a la acción”, dijo un sabio maestro. 

Rafael González

rafagonrg@gmail.com