Los Valles del Tuy, 29/06/2024 Nació en Isnotú (estado Trujillo) el 26/10/1864. Fue un destacado médico, profesor e investigador en la Universidad Central de Venezuela (UCV). Hijo de Benigno Hernández, (ascendencia colombiana), y de Josefa Cisneros, (procedencia española). El 30 de enero de 1865, recibió el sacramento del bautismo en la iglesia Jesús de Escuque, y el 6 de diciembre de ese mismo año, el obispo de Mérida, Juan Bonet, lo confirmó.

Su vida académica

Tuvo el interés de estudiar leyes en Caracas, pero Benigno lo persuadió de que debía optar por la medicina. Hernández siguió la dirección de su padre con obediencia y, a partir de entonces, consideró la medicina como su propia vocación, tal vez porque veía en ella una forma de manifestar su inclinación natural de ayudar a los demás. A los trece años y medio, se trasladó de la sierra trujillana a Caracas con la intención de cursar dicha especialidad.

En el Colegio Villegas, destacó entre sus compañeros por sus cualidades de estudiante y su carácter serio. El rector del plantel notó estos rasgos y lo designó como inspector para supervisar la disciplina en los terrenos de la escuela. Durante su estadía en dicho plantel, siempre logró obtener las mejores calificaciones, recibió distinciones y premios, así también en varias ocasiones otorgó las medallas de aplicación y buena conducta. Su progreso fue tan significativo que se convirtió en profesor de aritmética. Durante los años 1878 y 1882, asistió en el liceo y se graduó como bachiller en filosofía.

Llegada a la Cartuja, vocación, postulación y novicio

El 16/7/1908, llegó a la Cartuja de Farneta, los preliminares de su ingreso incluyeron un examen completo de su vocación que duró varios días. Se instruyó al candidato a novicio con respecto a los detalles de su vida futura y a la orden en la que pretendía ingresar.

Tras un mes de postulación, y reafirmada la voluntad, así como también su vocación, el Prior lo propuso ante los frailes para la toma del hábito.

En la sala del capítulo de la Cartuja, arrodillado a los pies del Prior, y con la mano de éste entre las suyas, respondió las preguntas formuladas en latín.

Tras comprobar la mayoría de granos blancos, Hernández volvió a la sala de capítulo donde escuchó una nueva alocución del Padre Prior, el novicio se colocó de rodillas, repitiendo su solicitud de ingreso en la orden, a lo que el sacerdote respondió: "En el nombre de Dios y de la Orden, en mi nombre y el de mis Hermanos, yo os admito entre nosotros; y os prevengo de que hasta vuestra profesión vos sois libre de retiraros, pero nosotros también, de nuestra parte, podemos despedirlos si vuestra conducta nos desagrada".