Su permanente follaje verde, sus ramas esparcidas simétricamente que semejan un globo que apunta hacia el cielo, sus diminutas hojas y sus blancas flores; seguramente conservan historias de quienes buscan su refugio; aunque a esta planta, familia de las sapindáceas no se le conozca proliferas cosechas; de vez en cuando satisface a  sus visitantes en época de invierno con uno que otro gajo, para el deleite de chicos y grandes.

La historia del nacimiento de este bien natural, que nos brinda la biodiversidad local, no está bien definida; por lo tanto la fecha y su origen quedaron en el limbo. Pero, en el campo de la especulación y la misma tradición oral, no es descabellado pensar que en los años 40, o más; alguien haya tenido la ocurrencia de botar una pepa de la deliciosa fruta por la ventanilla del ferrocarril; ya que su ubicación coincide con el trazado ferroviario de la época.

Bien valdría la pena darle el justo valor a esta prenda de la naturaleza, que si bien es cierto ha sabido resistir los embates del tiempo y la inclemencia de los cambios climáticos, soportando inviernos y veranos; y aunque no hemos disfrutado a plenitud de su fruto; nos sigue ofreciendo un mini paisaje urbano que se ha mantenido en el tiempo. Lo cual lo califica como un Patrimonio Natural del municipio Independencia. La municipalidad tiene la palabra.

Rafael González

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