Mayor impacto se ha experimentado para el día siguiente, cuando los familiares de los difuntos acuden al camposanto de la población a rezar y hacerle compañía al familiar que ya partió a otro plano; es la celebración del día de los muertos, adultos.

Es un día de encuentro con la familia, donde se confunden las emociones de llantos y risas de los deudos. Muchos aprovechan para hacer limpieza a las tumbas o panteón, pintar, colocar flores y encender una o varias velas; mientras hacen un Rosario. Es común ver en los pueblos que algunas personas, incluyendo niños, que recorren el cementerio, ofrecen sus servicios para ornamentar el lugar; otros venden las velas y las flores. Y no faltan quienes prestan el servicio de hidratación, y una que otra comida ligera.

Desde no hace mucho tiempo se escuchaba con frecuencia el grito en el cementerio de quienes ofertaban estos servicios diciendo: “pinto, rezo y lloro” para llamar la atención de los visitantes a la necrópolis y conseguir un contrato de pintura. Podemos recordar al tereseño Ángel Enrique Ortuño, a quien conocimos como “Aki”, quien prestaba el servicio para pintar tumbas y hacer letreros en las cruces.

El cementerio o Necrópolis de Santa Teresa del Tuy, es de vieja data, tal vez no tanto como la iglesia; pero, por deducción es difícil imaginar que un pueblo con iglesia no tenga un cementerio. La tradición oral nos dice que el sector donde hoy está anclada la urbanización Altamira, la parte alta del pueblo, era un cementerio que albergó por mucho tiempo a los muertos; donde se hacían los entierros en forma indiscriminada, no había pared ni orden para clasificar los cadáveres según haya sido su muerte.

Tiempo después los tereseños comenzaron a usar el terreno baldío de la zona Oeste del pueblo, por ser más plano y más cercano al templo. Anteriormente la iglesia permitía llevar los difuntos al templo para rezarles y hacer Misa “en cuerpo presente”. Es el cementerio que hoy conocemos, en la calle Independencia.

Para el día de los muertos, es responsabilidad del gobierno local mantener el lugar en condiciones óptimas para que los deudos puedan llevar a cabo las visitas con tranquilidad y facilidad de desplazamiento, internamente.

Si algo habría que destacar de este cementerio, amén de otras estructuras sacras, sería el mausoleo de la familia Delgado Sosa, el cual está identificado por la imagen de “La Piedad” del arquitecto Miguel Angel Bounaroti (1498 o 1499); con 12 puestos. Como dato curioso, solo ha sido usado para enterrar a los padres de Don Vicente Delgado; incorporando después al “catire” empleado de esta familia.

Otro panteón emblemático de este cementerio, como otros, es el del conocido curandero del pueblo “Andrés Barrios” a quien visita mucha gente para ofrendar una colorida cinta o un recuerdo determinado, por los favores recibidos.

Si alguna coincidencia se puede resaltar entre los visitantes actuales de este cementerio es que requiere de mejor atención por parte de la municipalidad.

Rafael González

rafagonrg@gmail.com