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Jesucristo en bluyín y franela
Domingo, 10/12/2023 La comunicación es un proceso que cuando se estudia en profundidad, y a la luz de los teóricos que han investigado y hecho esfuerzos para explicarla, podría resultar bastante enredada y compleja; sin embargo, en lo personal me gusta percibirla como un proceso sencillo que favorece el encuentro, la cercanía, la sintonía y, en definitiva, la conexión. Comunicar implica por tanto el valerse de todos los medios a nuestro alcance para hacer click con el otro.
La voz, cada parte de nuestro cuerpo, la palabra… Y, en fin, cada elemento del que podamos hacer uso, y que conjuguemos, hace posible alcanzar una comunicación eficaz, es decir, una que genere una respuesta favorable. En comunicación siento que se desperdicia energía cuando el mensaje que enviamos no produce ningún resultado favorable a la intención que se tiene al momento de comunicar. Es por ello que debemos estar muy pendientes cuando intentamos establecer la conexión con alguien.
Al comunicar, todo nuestro cuerpo habla. Observe sus gestos durante una conversación. Procure percibir cada aspecto involucrado en el proceso: el tono de voz, la forma de expresarse, el sentimiento con que lo hace…Todos ellos son factores que van mucho más allá de las palabras. Pero no basta con observarse a sí mismo, también es fundamental observar a los demás, a nuestros interlocutores. Resulta vital prestar la máxima atención a nuestro receptor, hacerle sentir que en ese momento que conversa contigo no hay nadie más, y percibir de él o de ella no sólo las palabras sino aquello que quiere expresar con la mirada, los gestos, su lenguaje corporal.
Dado que estamos constantemente en contacto con la gente y que es cada vez más frecuente el trabajo en equipo, resulta sumamente importante también que nuestro mensaje sea entendido por quien lo recibe, especialmente si consideramos que podemos vernos participando de situaciones en las que debemos dialogar con personas de diversas edades, creencias o nivel cultural, en esos casos, pudiera producirse una sensación de brecha que dificulta la comprensión mutua. He allí el porqué del esfuerzo y el énfasis que debemos poner en la apertura a la escucha, a abrirnos a la experiencia del otro, sin prejuicios, con calidez, empatía, asertividad.
Muchas veces estamos tan metidos en nuestros planteamientos y nuestro mundo, que en lugar de comunicar lo que tratamos es de imponer nuestro punto de vista sin importar lo que el otro piensa o siente. Nos olvidamos por completo de aquel que invita a ser escuchado por ti. En ese ejercicio que implica la comunicación, cada elemento importa. Hacer uso equilibrado de esos recursos para encontrarnos y sintonizar la misma “estación de radio” que somos cada uno, requiere esfuerzo por controlar la necesidad de dominio e imposición de criterios personales o de dar consejos a diestra y siniestra.
En diversidad de momentos, una persona lo que aspira es poder contar con alguien que escuche y acompañe ese camino a veces complejo y doloroso que pudiera estar transitando. Y es allí cuando la figura de Jesucristo sirve de modelo, pues mira con ojos de misericordia, las miserias que cada uno cargamos.
Lic. Humberto Luque M. CNP 10.348
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