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Jesucristo en bluyin y franela
Viernes, 20/10/2023 Hace algún tiempo, en uno de esos encuentros para celebrar la Eucaristía en el templo parroquial al que asisto regularmente desde muy joven, recuerdo haber presenciado varias imágenes que me invitaron luego a reflexionar sobre cómo se puede perder el tiempo al ir a la iglesia. Quiero dejar claro, de arranque, que cuando hablo de iglesia no me refiero a alguna en particular. En el caso puntual, no asumiré la acepción de iglesia en el sentido que refiere como al conjunto de fieles unidos por la misma fe, y que celebran las mismas doctrinas religiosas, sino más bien como el espacio en el que se congregan (quienes lo hacen) para poder expresar esa fe y sus creencias.
Ahora bien, aclarado el punto, asumimos entonces que a propósito de mi propia experiencia han surgido algunas ideas para reflexionar, sobre cuando una persona puede sentir que pierde el tiempo al asistir o congregarse en la iglesia, sea de la corriente religiosa que sea. Y dejo claro que hablo por mí, porque me conozco bastante bien, y sé, a ciencia cierta, cuál es “la pata de la cual cojeo” en términos de Fe, que por cierto no es muy fuerte que digamos.
Pues bien, hace algún tiempo estuve participando como comentaba de un momento en la Iglesia, y al salir me sentí vacío, era como si hubiese pasado una hora y tanto perdido en el limbo, sin saber a ciencia cierta lo que había ocurrido. Fue a partir de esa sensación cuando caí en cuenta, tristemente para mí, de que había perdido el tiempo sentado en una banca oyendo sin escuchar, al sacerdote. Y digo que es triste porque soy de los que pienso que uno no debe jugar con el tiempo; que éste es demasiado valioso para perderlo y hacérselo perder a otros, y menos a Dios, que ya bastante tiene el pobre con tolerar las tonterías de toda la humanidad.
Recuerdo que en aquella oportunidad mientras se desarrollaba el rito, el párroco hablaba y explicaba la palabra del momento, y mi mente viajaba por otros rumbos. Mis ojos estaban pendientes de que una señora hablaba por teléfono; que un niño lloraba y su papá lo regañaba para que callara; que unos jovencitos conversaban de los video juegos; que un señor entró a interrumpir en algún momento pegando gritos; que el coro cantaba pero no se escuchaba por un problema con el aparato de sonido; que hacía calor; que debía hacer unas compras, que al día siguiente tenía pendientes unas tareas en el trabajo…Es decir, no estaba prestando atención a lo que ocurría en ese encuentro con Jesucristo y su palabra, que debía ser lo más importante.
Y es que, hablando ahora en términos de comunicación, hay un factor que es determinante para que ésta se dé en forma efectiva y es la de establecer con el interlocutor una Escucha Activa; esa en la que centramos toda la atención en el otro, para poder captar, al máximo, lo que desea transmitirnos, no sólo a través de las palabras, sino de todo lo que representa su ser. Y volviendo al punto de cómo perder
el tiempo en la iglesia, creo que esto se hace cuando no nos sumergimos en el momento en que Dios desea transmitir a través de su palabra y el rito que lleva adelante el guía espiritual, ese mensaje que nos conecte con Él. Así de sencillo.
Lic. Humberto Luque M. CNP 10.348
humbertoluquemendoza@gmail.com
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