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Independencia
Martes, 21/5/2024 En otros tiempos era el humo que nos agobiaba, desde los vertederos, ahora es la propia basura colocada en los sitios estratégicos escogidos por el gobierno local.
El historial de la recolección de los desechos sólidos en el municipio Independencia se remonta a la segunda mitad del siglo XX, cuando no habían inventado los camiones compactadores ni los containers. Se optaba por recoger la basura en carretillas y botarla al río Tuy, con impactos impredecibles que fueron dañando el ecosistema progresivamente.
Es como si existiera una sensible tendencia de algunos tereseños de querer convivir con la basura.
Dice la tradición oral que, desde hace mucho tiempo, el centro de acopio de los desechos fue el lecho del río. Por iniciativa propia la gente solicitaba el servicio a un particular para limpiar su patio, recoger la basura alrededor de su casa, tumbar un árbol y botarla en varios sitios foráneos del entonces pueblito de ocho calles. Uno de esos sitios era por las inmediaciones del sector La Ceiba, al lado de lo que es hoy la escuela Estado Portuguesa; también cerca de lo que era el Matadero Municipal, en el barrio San José (El Rincón). Otro centro de acopio natural para botar basura fue el puente de Mopia, donde fueron colocadas las barracas para alojar decenas de damnificados; así como también el comienzo de la calle Ayacucho, cerca de la plaza Miranda; donde hoy día existe un autolavado. Entre otros.
Más adelante, cuando nos independizamos del Distrito Paz Castillo, progresivamente se fue cambiando el nombre de basurero por vertedero. Los gobernantes de la época crearon el vertedero de Mopia, donde se depositaba la basura oficialmente. Comenzaron a aparecer los camiones, pero la gente seguía botando en los sitios acostumbrados.
El crecimiento de la ciudad ayudó a la proliferación de sitios de depósitos de basura; el surgimiento de los grandes desarrollos urbanísticos de interés social, como Las Dos Lagunas, Santa Bárbara, Cartanal, Tomuso, etc. trajo consigo la aparición de receptáculos de basura por las inmediaciones de la carretera La Raisa. Mientras tanto el vertedero de Mopia comenzó a crecer.
Pasó mucho tiempo para que la municipalidad comenzara a obtener los modernos camiones, incluyendo algunos containers fijos que fueron ubicados en sitios estratégicos de la ciudad. Pero, surgió otro problema: el vertedero de Mopia comenzó a arder.
Una neblina, que no era neblina, comenzó a invadir el espacio de la población, especialmente en horas de la tarde noche y al amanecer; algunos justificaban la bruma con el cambio climático, pero no se sentía el frío. Salieron voces que se levantaban para reclamar el impacto de insalubridad de El Trapiche, que estaba contaminando los bronquios de niños y ancianos, hombres y mujeres adultos; afectados por la criminal bruma. Que no era otra cosa que la calima.
Desde la creación del municipio Independencia todos los gobiernos locales han intentado acabar con este flagelo; muchos han sido los operativos especiales para acabar con los focos de basura en la ciudad y sus alrededores. Unos menos efectivos que otros. El Trapiche fue eliminado y se convirtió en un conglomerado habitacional; pero, lo cierto es que la basura sigue siendo uno de dolores de cabeza para los alcaldes de la ciudad; por más esfuerzo que se haga, seguimos conviviendo con montones de basura por todas partes.
Actualmente, vemos como la estrategia local es la creación o aceptación de unos Centros de Acopios Urbanos que exhiben los desechos sólidos en cualquier sitio de la ciudad. Importa poco que exista una venta de comida ligera, una carnicería, una pollera o una farmacia, como es el caso de la calle San Rafael; la calle Falcón, en las jardineras de la plaza Simón Bolívar; o al frente del cementerio municipal; entre otros sitios que brindan el espectáculo, no solo de la contaminación, sino que no le hace honor a la rimbombante oficina de Embellecimiento de la Ciudad.
Como no todo puede quedarse en la crítica constructiva, necesario es aportar ideas para buscar de paliar o solucionar el problema. De allí que esta administración municipal debería duplicar el presupuesto municipal para el renglón de este servicio público, mejorar las condiciones laborales de los trabajadores del Aseo Urbano, recuperar la flotilla de camiones, habilitar containers en sitios estratégicos, alejados del casco central; activar una campaña de concientización a la ciudadanía por los medios de comunicación, la escuela y la familia; aplicar la Ordenanza de Convivencia Ciudadana en la población; y crear incentivos motivacionales en las comunidades para limpiar la ciudad.
Rafael González
rafagonrg@gmail.com