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La historia poco contada
Los Valles del Tuy, 28/12/2022 Ni el "Ave María Purísima" ni el "Bendito sea Dios" ni mucho menos el "¿Jesús, otra vez?" eran las frases más comunes para expresar su rabieta ¡no señor! lo más seguro mi querido lector, es que aquellos viejos en el Charallave de Antaño usaban con mucha frecuencia expresiones subidas de tono o como decía mi abuela: expresiones "coloradas" que, por razones de ética, o por el estudio profundo sobre el "Manual de Carreño" o simplemente por haber pasado con altas calificaciones aquella materia de bachillerato que quedó en el olvido "Formación Social, Moral y Cívica" no las diré aquí... eran esas expresiones muy características que usaban nuestros viejos para mostrar su descontento o rechazar cualquier adversidad cotidiana como por ejemplo aquella cuando se "volaban los tapones".
Volarse los tapones no era otra cosa que, de manera literal, sucedía con el o los tapones que iban enroscados en lo que era conocida como "la taponera" que fungía algo así como de breckera (en la actualidad) o sea, para describir un poco mejor la lavativa ésta, si en la actualidad se dispara la breckera de inmediato se va la corriente, y para aquella época era lo mismo si se "volaban los tapones" también se iba la corriente...
Pero para mayor ilustración, dejen la flojera y detallen bien la foto de la taponera...
Muchos de esos viejos de antes, de manera precavida, guardaban en el escaparate, en la alacena o en algún baúl (de los recuerdos) al menos un par de "tapones" para reparar de manera inmediata la interrupción eléctrica o corte de luz producido por algún rayo, una subida brusca del voltaje o algún corto circuito generado por el radio de cuatro bandas o por el televisor en blanco y negro marca Westinghouse.
Pero aquel que no había tomado esa precaución, es decir de tener como repuesto uno o dos tapones (o fusibles) no le quedaba otra alternativa que mandar al hijo mayor, o sea al mandadero de la casa, con el característico mensaje: "¡muchacho el carrizo! anda a la bodega de "Bidú" y dile que me mande dos tapones, ah, y que me los anote hasta el viernes".
Pero si el infortunio o la catástrofe eléctrica ocurría de noche, o sea cuando las bodegas o pulperías ya estaban cerradas, entonces recurrían al "Plan B", que consistía en lo siguiente: sacaban el "tapón volado", seguidamente agarraban una locha, sí, así como lo leen una locha, es decir una moneda de 12 céntimos y medio y con mucho cuidado colocaban la locha en el orificio donde estaba el tapón volado y "Santo remedio", pues sucedía que la locha tenía exactamente el mismo diámetro que el tapón y además, por ser de metal, servía de conductor eléctrico o "fusible provisional".
Justamente esa expresión que aún se escucha a menudo como: "al tercio aquel se le volaron los tapones" o "a fulanito se le fueron los tapones" se usaba en tiempos remotos y aún se sigue usando para decir que alguien "perdió el control" o "perdió la compostura".
Sin duda alguna son expresiones propias de la gente de cualquier pueblo de Venezuela, de pueblos como el nuestro, como aquel Charallave de antaño que nos dejó un recuerdo en cada esquina.
Juan Quintana
juanjquintanag@hotmail.com