Pero un día en medio de la oscura noche las sombras inexorables del dolor y la desgracia llegaron repentinamente sin avisar, sin anunciarse, sin dar tiempo a prepararse para lo inevitable. Simplemente llegó. Vestida de elegancia clásica y con pulcritud en sus modales hizo acto de entrada. Hubo un silencio ensordecedor. Su presencia era intimidante. Sus ojos fríos reflejaban determinación en la misión que había venido a cumplir. Llegó y cumplió. Cumplió y se marchó dejando a su paso una estela de lágrimas doradas impregnadas en el alma de este noble caballero.

Su vida cambió. Sus sueños se disiparon detrás de la densa niebla de su partida. ¡Qué extraña vida! ¡Qué sorpresas dantescas nos esperan a la vuelta de la esquina! ¡Qué sensación tan divinamente escalofriante se siente el estar al borde del abismo! Él no se da por vencido. Su fe y resiliencia lo mantienen de pie. ¡Todavía hay esperanza!

Un ángel llega para salvarlo. Con sus alas de amor lo abraza y con manos de seda acaricia tiernamente su corazón. Inicia así un proceso de sanidad milagrosa. ¡Los ángeles en forma humana sí existen! El joven sonríe y agradece. Aún queda mucho camino por recorrer. El Ángel lo toma de la mano y lo lleva por senderos de paz y esperanza. ¡Gracias Ángel sanador! ¡Infinitas gracias! ¡Paz! 💕

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Prof. Ángel Espinoza

angelalexander11@hotmail.com