Cuando asumimos que todo lo que pasa en la vida, lo aparentemente bueno o lo aparentemente malo es pasajero, podemos manejar de una mejor forma nuestras reacciones ante ellas. No es dejar de sentirte triste ante algo desfavorable desde el punto de vista emocional, lo que se trata en todo caso es de racionalizar el hecho de que dicha situación, por muy difícil o muy feliz que parezca, tendrá un fin. Cuando se tiene claro esto, hay más posibilidad de salir airosos (de ser adversa) o más fortalecido (de ser favorable) de dicha situación.

Un buen ejercicio que podemos hacer, es intentar realizar un inventario de aquellas cosas por las cuales pudiéramos estar agradecidos. Y es que lo que ocurre muchas veces es que nos quedamos o ponemos la mirada sólo en aquello que nos falta: no

tengo un carro último modelo, no tengo la casa de 10 habitaciones con 15 baños y 3 piscinas; no tengo una avioneta para hacer mercado en otro país y retornar en la tarde…Quizá parezca exagerado, pero en muchas ocasiones nos enfocamos en cosas

absurdas que nos invitan a la infelicidad e impiden que disfrutemos aquellas que sí tenemos o con las que contamos.

Si hiciéramos sólo un ejercicio sencillo de inventariar aquello que sí tenemos podríamos decir, sólo a vuelo de pájaro: tengo una vida que me permite disfrutar de la presencia de mi familia, de mis amigos; tengo un trabajo con el que percibo ingresos; tengo unos talentos con los cuales puedo expresar y apoyar a otros; tengo órganos que funcionan y me permiten vivir, tengo, tengo, tengo…Cuando hacemos ese inventario, y comenzamos a agradecer por cada cosa, por más insignificante que parezca, nos sorprenderíamos de cuantas bendiciones hay en nuestra existencia o son parte de ella y que sirven de peso para argumentar el por qué no hay motivo para no ejercitarnos en el hecho de tener un actitud positiva.

Hermanos, estamos en la jugada del vivir. Tal vez algunos más complicados que otros. Quizá no estamos al ciento por ciento, pero igual estamos viviendo; es decir, tenemos oportunidades para voltear el partido y ganarlo. ¿Situaciones difíciles? ¿Quién no las pasa? Todos. Unos más que otros, es verdad; sin embargo, el secreto está en tratar cada día de que esa oleada de adversidad no nos supere; y si nos revuelca, la idea es que podamos sacudirnos la arena, arreglarnos la vestimenta, enderezarnos y volver a intentarlo. En eso consiste el juego del vivir, en cada día levantarnos confiados en que Dios está de nuestro lado, y que cada situación encierra un aprendizaje que vale la pena incorporar para mejorar nuestra habilidad en el juego.

Lic. Humberto Luque M. CNP 10.348

humbertoluquemendoza@gmail.com