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Rosa y sus cosas
Lunes, 5/9/2022 Yo soy de la época en la que la primera vacuna iba cargada de buenas costumbres, educación y full valores. Aquella en la que cuando se iba a hablar asuntos pecaminosos (léase sexo), nos mandaba a mis hermanas y a mí para el cuarto porque las niñas no podían escuchar esos temas de adultos.
Claro, mi hermana mayor siendo adolescente tenía más pilas. Así que se deslizaba sigilosamente a través del pasillo que comunicaba a la sala con los cuartos y escuchaba lo que hablaban los adultos, que lejos de hablar con palabras entendibles, simplemente confundían más. Como aquella entre mi abuela y una vecina donde esta le comentaba que el esposo tenía una inflamación en el reuter (entiéndase recto) y abuela le daba un remedio casero para sanar el "curso". Con el pasar del tiempo pude entender que se trataba de un problema de hemorroides.
O el comentario de que la fulana había hecho repollito con el novio y había quedado embarazada y me preguntaba: ¿Cómo se puede quedar embarazada de un repollo? ¿Y el tubazo de la prima? Que contó algo que había oído sobre aquello de que los bebés se hacían porque el hombre introducía un peine en la vajilla de la mujer. ¡Dios mío, qué loca esa forma de expresarse!
Hoy lo recuerdo y me da mucha risa la forma que tenían de expresarse. No solo eso formaba parte de nuestra educación, también existían esos momentos en que antes de recibir tres correazos bien asentaditos, nos explicaba por qué no debíamos hacer o decir ciertas cosas y a eso mis padres le llamaban educación y respeto, añoro esa época de valores en una sociedad donde lamentablemente hoy escasean por todos lados.
Hace poco alguien me comentó que venía escuchando en el ferrocarril una conversación entre chicas adolescentes, donde con la mayor desfachatez hablaban de como mantenían relaciones sexuales y sus prácticas para atraer al sexo opuesto, incluyendo los juegos y juguetitos eróticos, así como decirle tonta a la que aún no lo había practicado. ¡Dios mío, cuando en mis tiempos!
Qué decir de los niños de mi barriada, cada palabrota que dicen cuando juegan, es más grande que ellos, y es que la situación económica, los conflictos familiares, los divorcios, deserción escolar, la falta de educación en casa, así como la desobediencia; entre otros tantos factores han ido acabando con los valores a nivel mundial, no solo en nuestro país. Trayendo como consecuencias: las bandas, relaciones sexuales promiscuas, prostitución, embarazos prematuros y no deseados, robos, abortos en jóvenes a temprana edad y otras tantas, pero sobre todo la falta de amor, diálogo y espacio que debemos darle los padres a nuestros hijos ha sido el peor de los males.
Yo fui madre divorciada, trabajadora y estudiante, sin embargo, siempre tenía un espacio para hablar con mis hijas, enseñarles valores y amarlas, siendo para mí la clave para criar a hombres y mujeres de bien que se insertaran en la sociedad.
Uno de los rasgos más importantes que se aprenden en el seno de la educación familiar son “los valores”, lo que implica una mejor planificación en el campo familiar y escolar, la política promueve valores sociales y el bien común, el deporte a la disciplina y la salud, no siendo menos importante inculcar valores como la cultura, la confianza, la paz, la higiene, la libertad, la democracia, el perdón, el respeto, la independencia, entre otros que son fundamentales en la vida y que a lo largo de los años han ido desapareciendo.
Rosalinda González
rosalinda2507@gmail.com